Recetas Con Algo De Cuento

Elaboración:

Mezclar la sal con la harina y levadura y tamizar tres veces hasta que quede muy fina. Aparte batir los huevos con el aceite, azúcar, ralladura y calabaza troceada. Quedará una mezcla a la que añadimos los ingredientes secos.  Mezclar bien y poner en molde de bizcochos. Al horno unos cuarenta minutos a 180 grados. Dejar enfriar  y desmoldar. Ya veréis lo rico que está.

Sor Juana Inés de la Cruz(1651-1695) no solo fué una monja con una capacidad intelectual excepcional para las mujeres de su época sino que también dedicó atención a la cocina...

Para el relleno, estos son los ingredientes:

• 2 tazas de puré de calabaza
  ½ taza de azúcar moreno
  3 Huevos
• 30 ml de nata para cocinar espesa
• Especias:
• 1 ½ cucharadita de jengibre fresco rallado
  ¾ cucharadita de canela en polvo
  1/8 cucharada de clavo de olor molido
  Pellizco de sal

Desde que era pequeña me ha gustado la repostería. Empecé muy temprano a preparar pequeños ensayos dulces en casa bajo supervisión materna. Recuerdo preparar unas galletas fritas y rebozadas en coco, con las que atormentaba a mi familia. En fin, disfrutaba enormemente ensayando, probando, imaginado la cara que pondrían al probar mis pequeñas delicias. Con el paso del tiempo, mi afición se ha mantenido, hacer un bizcocho, una tartita o similar es la excusa perfecta para sorprender a quienes quieres y aprecias, amén de saciar el dulce deseo de probar un sabroso postre. 

Recientemente leo que "hacer postres" tiene la ventaja de que permite que las personas se expresen", explica a la edición estadounidense del HuffPost Donna Pincus, profesora asociada de Ciencias Psicológicas y del Cerebro en la Universidad de Boston. "Se ha escrito mucho sobre la relación entre la expresión creativa y el bienestar general. Ya sea pintar, componer música (o hacer repostería), favorece una liberación de estrés, ya que supone una especie de vía de escape y un modo de expresarse", prosigue. No puedo estar mas de acuerdo con esta reflexión.

Susan Whitbourne, profesora de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Massachusetts, menciona la convención social estadounidense de llevar comida a alguien cuando muere un ser querido. A veces las palabras no salen y solo la comida es capaz de comunicar lo que intentas decir. Tal y como señala: "A las personas a las que les cuesta expresar sus sentimientos puede serles útil la repostería para mostrar gratitud, aprecio o simpatía".

Julie Ohana, trabajadora social y terapeuta culinaria artística, comenta: "En muchas culturas y muchos países, la comida es una verdadera expresión de amor, y la verdad es que es algo bonito, porque todos estamos vinculados a ella. Pienso que podría ser contraproducente si reemplazara la comunicación en el sentido tradicional de la palabra, pero si es un complemento, es algo totalmente positivo y maravilloso".

Según la profesora Pincus, hacer repostería para otras personas es un acto de generosidad, un esfuerzo que haces desinteresadamente por alguien y cuyos beneficios para la salud están demostrados. El proceso aporta un sentimiento general de bienestar que es aún más intenso si está dedicado a los demás.

"Hacer repostería para otras personas puede incrementar la sensación de bienestar, ayudar a reducir el estrés y hacerte sentir que has aportado tu granito de arena al mundo, algo que quizás incluso aporte más sentido a tu vida y mejore tu vínculo con las demás personas", comenta la profesora Pincus.

Me siento muy identificada con estas sensaciones. Cada vez que termino de hacer un pastel, además de sentirme verdaderamente bien conmigo misma, me siento feliz y estoy deseosa de que el destinatario/os del mismo, disfruten y expresen sus sensaciones. Hay pocos momentos tan simples y felices como este, además de fugaces.

Sin duda una visita obligada para los amantes de la gastronomía con "historia".

Cuando acaba el verano, empezamos a retomar la cocina de fogones con ganas. Aprovechando una comida familiar, me decidí a preparar chipirones rellenos en su tinta y carne Teriyaki. A continuacion os decribo el "como" de estos sencillos platos.

Elaboración:

Para los Chipirones, compré ocho chirriones, que limpié y deje reposar mientras preparaba un sencillo relleno realizado a base de puerro y cebolla bien pochada. No quería tapar el sabor del chirrión y por eso opte por un relleno tan sencillo. Después los pasé por harina  y sellé en la sartén con poco aceite.  A continuación  añadir una salsa de tomate casera, poco espera y deje que se hicieran a fuego lento. A mitad del proceso, añadí la tinta. Estos chipirones no son muy grandes por lo que se hicieron rápidamente. Dejar reposar y servir con una guarnición que apetezca.

Hay restaurantes que le conquistan a uno desde el principio, y eso muchas veces se debe a la impresión que el espacio  y atmósfera causan en el comensal...Pues eso es lo que he sentido cuando entré en La Carboná en Jerez de la Frontera. Una autentica bodega convertida en restaurante, donde los espacios desangelados de las bodegas dan paso a una decoración y gastronomía de lo mas interesante. Este restaurante jerezano evoca el ambiente romántico y clásico bodeguero, basta decir al respecto que se ubica en un casco de bodega construido en 1.898, declarado edificio histórico, pasando a formar parte del patrimonio más puro de la ciudad. La sala del restaurante se levanta sobre el suelo original  bajo un techo de vigas de madera, cálido y acogedor. Una chimenea circular preside el casco central de La Carboná, como única incorporación al espacio original, aportando calidez y ambiente acogedor.  Al frente de la cocina se encuentra el chef Javier Muñoz que ofrece una carta marinada con los Jereces de la zona. Una variedad de platos que no decepciona, perfectamente presentados y ejecutados. La carta vale la pena sin duda. El servicio resulta atento y constante y eso que el espacio al ser tan amplio, les obliga a ausentarse camino de la cocina. Si se pasa por Jerez y se ama su vino, este restaurante está más que recomendado.