El violinista alegre y los secretos del vino

17:53:00


La pintura por regla general presenta contenidos y significados más allá de lo obvio. Quiero presentar  a este "violinista alegre" que forma parte de la colección permanente del Museo Thyssen de Madrid y que esta llenos de pequeño guiños al mundo de la gastronomía y del vino. Como podemos observar el violinista está disfrutando de un vaso de vino. Viajamos con él a la Holanda de 1624. La burguesía protestante floreció durante la segunda mitad del siglo XVI y el XVII gracias al desarrollo de la industria textil y al comercio. Estos ricos burgueses conocedores de lugares exóticos como las Indias Orientales o América, buscaban el refinamiento a través el deleite de placeres mundanos que hasta la fecha, estaban cuasi-prohibidos en el mundo católico. En este caso, nuestro violinista nos quiere hacer partícipes de dos de ellos: la música y el vino.
Los pintores holandeses se concentraron en complacer a esta nueva clase social boyante que se convertirá en la destinataria de la mayor parte de sus obras. Abandonaron las escenas religiosas para representar, entre otras cuestiones, las costumbres burguesas y sus ideales de ocio privilegiado.
Con la copa de vino el autor, el pintorVan Honthorst, anima al espectador de su obra a reflexionar sobre la importancia de la moderación del sentido del gusto.  El sentido del gusto, al igual que la vista y el oído, ha sido considerado tradicionalmente inferior a la vista y al oído. Un sentido puramente “carnal” o “corporal” cuya percepción en parte se desprecia porque no guarda distancia entre el objeto a percibir y el sujeto. El gusto obliga a ingerir el objeto para conocerlo. Por ello históricamente se creía  que este sentido no lograba un conocimiento objetivo.
Por otra parte, la moral de la época obligaba a evitar recrearse en el gusto pues podría incluso impedir la percepción de la belleza y del arte.
Y así, con la representación de la copa de vino medio llena transmite esta idea. El vino debe de ser consumido con moderación para poder saborear los placeres de la vida y no caer en la ciega embriaguez que produce pérdida del uso de la razón. Este es el peligro del vino del que nos quiere advertir el artista. Al presentarnos un violinista “alegre”, como reza irónicamente el título de la obra, nos indica que ha llegado ya al punto deabundancia en el consumo del vino en el que deba dejar de beber. Es una advertencia. Van Honthorst y los artistas de entonces consideraban como Santo Tomás de Aquino que “la embriaguez (en la bebida) y la gula (en la comida) tenían una peligrosidad mayor
porque son vicios que disponen al sujeto hacia la lujuria y, ésta es el apetito desordenado del placer carnal”.
Esta apuesta por la templanza y la moderación en el consumo del vino no contradice la búsqueda del refinamiento que existía en la burguesía de la época preocupada por cultivar el placer que proporcionaban todos los sentidos a través del arte culinario, la enología, el desarrollo de los perfumes y el goce sonoro de la música. Se consideraba que para gozar más tendría que beber menos
de un vino exquisito.
Detrás de cada obra de arte siempre se abre un mundo de emociones, olores y sensaciones como la que hoy nos ha mostrado este violinista.

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