Monet procedia de una buena familia de clase media y cuando compró en su madurez la propiedad de Giverny, se convirtió en un gran gourmet. Pasó 43 años en dicha propiedad: se levantaba a las cinco de la mañana y decidía  si el cielo y el tiempo era el adecuado o no para pintar. Si lo era, desayunaba a las cinco y media un desayuno compuesto de huevos fritos, bacon y salchichas seguidos de queso gouda o stilton ingles al que se había aficionado durante sus viajes a Londres, todo ello acompañado de te y zumo de naranja.

A las once y media se reunía la familia para comer, era fácil que fueran muchos comensales hasta catorce dado que Monet era muy sociable y siempre invitaba a otros colegas suyos como Cezanne y Renoir.Le gustaba mucho la pimienta y condimentaba el mismo sus platos. Eran habituales en sus comidas las endivias de su huerta, cargadas de ajo y piscatostes. El almuerzo era una comida muy abundante que terminaba con frutas como postre. Después daba un paseo por el jardín mientras saboreaba un poco de brandy casero. Seguía trabajando hasta la hora del te. A las nueve y media de la noche ya estaba metido en la cama, ya que cenaba frugalmente.

Monet criaba  pavos, gallinas de buena calidad. Un equipo de seis jardineros mantenía el jardín y la huerta. La cocina de Giverny era grande y luminosa y  fue reformada varias veces para hacerla cada vez mas moderna. Su cocinera Magrite era tan querida en la casa y cocinaba tan bien que cuando se iba a casar se contrato al novio como mayordomo. Ella preparaba sopas, guisos, souffles y estofados que encantaban  la familia y a sus invitados.

Era tal el afán de Monet de conocer como estaban hechos los platos y de conocer recetas, que  llego a convencer al propietario del restaurante parisino Marguery que le diera la receta del lenguado a la Marguery para poder degustarlo en casa. Disfrutaba además planeando los menús y se involucraba en la preparación de las comidas. Un artista dentro y fuera de cocina...