Taberna de Eduardo Vicente

22:05:00

Este cuadro el pintor español, Eduardo Vicente (Madrid, 1909-1968) , titulado " La Taberna" me gusta por su claro carácter constumbrista y porque me recuerda las tabernas que todavía se conservan tal cual eran, como la que muestro más abajo y que se encuentra en Jerez.

Pienso que muchas de estas tabernas que fueron ilustradas, visitadas y frecuentadas por destacadas personalidades de su época, deberían ser consideradas patrimonio de interés cultural pues en ellas se guarda y custodia cultura y tradiciones de otras épocas pasadas.



Eduardo Vicente, ha sido un pintor bastante desconocido en nuestro país del cual merece la pena al menos citar algunas notas biográficas publicadas sobre él en "El Cultural" en 1999:

Para este artista, como para tantos españoles, la posguerra no fue menos difícil que la guerra: sobrevivió a duras penas, gracias a José María de Cossío, que le dio trabajo como ilustrador taurino para la editorial Espasa-Calpe, y a Eugenio d’Ors, con quien creó la Academia Breve de Crítica de Arte y que le llevó a la galería Biosca y le presentó al Primer Salón de los Once (junto a él, María Blanchard, Olga Sacharoff, Foujita, Grau Sala o Manolo Hugué). Pronto se forjó una discreta reputación como pintor de Madrid y sus alrededores. Conocidas son sus escenas de arrabal con las farolas desvencijadas, junto a los descampados y, más allá, sus paisajes del yermo castellano, bajo cielos casi siempre nublados. Vicente fracasa rotundamente cuando intenta lo retórico, por ejemplo, en la absurda perspectiva de el Monasterio de El Escorial, y triunfa, en cambio, cuando aborda lo cercano y familiar, como en su vista de Arganda (1948).
Con un trazo rápido y vivo,  capta los bailes populares, las tabernas y cafés, y todos sus tipos callejeros: el vagabundo, la prostituta, el mozo de cuerda, la flamenca, el fotógrafo. Pero más allá de esta crónica de la vida de la calle, su pintura celebra la intimidad. Por ejemplo, en la conversación de una pareja sentada en el Café Gijón (del que el pintor era cliente habitual). La intimidad lírica de sus rotundas figuras femeninas, mujeres desvestidas junto al balcón abierto, de erotismo nada velado, acariciadas por una luz suave y mate a un tiempo.
En los paisajes de Eduardo Vicente y en ciertas figuras hay evidentes ecos de Goya, si Goya puede llegar a ser descolorido y leve. A fuerza de hacerse indefinida y borrosa, su pintura se acerca a veces a la abstracción, como en ese campo castellano visto desde el aire, fechado en el año 1958.
Después, en la última década de su vida, la calidad declina visiblemente; la pincelada se hace más suave, algodonosa. Pero antes de la decadencia final, Vicente había pintado cuadros,  que bastan para justificar toda su obra.

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