Un cuento para leer en la Merienda

19:51:00




EL HUMO
Año 1658 de nuestro Señor. Hoy, la joven Mesalina, ha sido quemada en la hoguera, después de que en un nuevo juicio de la Santa Inquisición, presidido por el Excelentísimo Obispo de Tarancón, haya sido declarada bruja y por tanto enemiga de la Iglesia. Escribo estas líneas sabiendo, que levantar acta de los juicios de Dios es mi trabajo como prelado de esta parte del reino. Mas por cada frase que escribo, unas punzadas sangrienta sacuden mi corazón, todo mi yo se estremece.
Mesalina,¿seré yo el único que crea que no fuiste bruja y que sólo pecaste contra las mentes obtusas de los que habitan estas tierras?.Encerrado tras las puertas de la sacristía, sus gritos inocentes arañan todavía mis oídos. Se la oía gritar con espanto :“ soy inocente por la gracia de Dios”, mientras miembros de la mas alta curia sacerdotal, se disponían a asistir, con alborozo religioso, a un ejemplar castigo divino. ¡Yo me retuerzo por el dolor de la muerte de Mesalina!. Ha ardido en llamas, éstas han devorado sus gritos inocentes.
El aire está perfumado del olor de sus cenizas que flotan en el ambiente, ellas me acusan de ser un cobarde, de no defenderla, de no sacar luz de oscuridad.
Mi mente atormentada no se atreve a seguir con este áspero y tedioso informe inquisitorial que debo presentar como siempre a las instancias superiores.Estoy asustado porque se que soy culpable y ella inocente. El humo de Mesalina ha teñido de negros presagios mi vida, que se vuelve oscura y atormentada por sacrificar una joven por mis tediosos intereses eclesiásticos. Nada en verdad hubiera podido hacer contra la curia, ni contra la masa enloquecida, pero sí podría haber lavado mi conciencia.


La plaza aparece ya desierta, nadie hay que llore por ella o entone una oración pía, se han acabado las risas y gritos de fiesta. El pueblo se ha retirado, la noche ha caído, sólo queda el patíbulo en pie, el olor de carne quemada y un montón de cenizas esparcidas por un viento que se levanta amenazador. Es Mesalina que con violencia me acusa. Se cuela por los recónditos huecos del pueblo, penetra en las casas y conciencias de aquellos que la han acusado con engaño y nos condena en esta vida a todos. Me agarro las manos con miedo,siento que ella está aquí. El aullido de este viento cada vez mas fuerte, me aturulla,ensordece y me parece oírle decir: “Soy inocente por la gracia de Dios”. No hay sitio donde esconderse. Es Mesalina que ha venido para señalarnos con el dedo del humo y decirnos que se desvaneció con rapidez pero que su recuerdo está aquí para enseñarnos el camino de la condena.


Me siento desfallecer de miedo y de pena, no prosigo con mi informe inquisitorial porque el terror me paraliza. Un golpe de viento apaga la luz de mi vela, me envuelve un gemido y pregunto: “Mesalina, ¿estás ahí?”. No atino a encender de nuevo la vela de mi mesa, noto una sensación extraña y me acerco al espejo. Veo con horror mi caray mis manos: están teñidas con las negras cenizas de la inocente. 


“Mesalina, ¿eres tú?, séque estás aquí para hacerme cumplir en vida mi condena”.

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