Hace días se publicaba la noticia de que un grupo de exploradores marinos aseguran que los restos encontrados en el norte de Haití, podría ser el Santa María, una de las tres carabelas utilizadas por Cristóbal Colón hace más 500 en el viaje que terminó con el descubrimiento del llamado Nuevo Mundo. La Santa María fue una de la flota de tres carabelas que salieron de España en 1492 en busca de una ruta más corta para llegar a Asia. El barco, después de llegar cerca de Bahamas, encalló en un arrecife y tuvo que ser abandonado. Colón ordenó a sus marineros construir un fuerte cerca, antes de coger los dos barcos restantes, y volver a España para informar de sus descubrimientos. El descubrimiento del campamento de Colón en el cercano Haití y los datos del diario del explorador parecen demostrar que el deteriorado barco que yace en el fondo de mar es la Santa María.

Este singular a hallazgo me hace pensar en como serian aquellas interminables travesías para los encargados de dar de comer a la tripulación, que alimentos eran los apropiados de ser almacenados a bordo, como los mantenían en buen estado, que comidas preparaban etc. Gracias a los documentos y diarios de navegación, conocemos detalles de esta apasionante aventura. En el Hospital Puerta del Mar de Cádiz trabaja un médico, Lucas Picazo Sotos, especializado en nutrición y admirador de la Historia, que ofrece datos sobre las dietas seguidas por los marineros en las travesías. Parece ser que según sus investigaciones todos los barcos llevaban a bordo un encargado de repartir el alimento diario, el despensero. Su labor consistía en repartir primero los alimentos que estaban cercanos a corromperse, proveer a todos de manera que nadie se quedase sin ración así como pesar y medir bien los alimentos. Otra figura que existía en el barco era el alguacil de agua, encargado de suministrar el preciado líquido. La primera comida del día era el desayuno, a base de bizcocho o ajo, sardina salada o queso, agua y vino. En el almuerzo, que era la comida fuerte del día a las 11 horas, tomaban carne, pescado o queso. La ración media al día por persona era: 1 o 2 libras de bizcocho, ½ libra de carne, pescado o queso, 1/3 de libra de arroz en menestra con legumbres secas, ¾ de vino y 1 litro de agua. El bizcocho cuenta Picazo, era la base energética de la alimentación, hecho a base de harina, trigo, agua y levadura. Se cocía dos veces para aumentar su duración, se tomaba mojado en vino por su dureza y se decía que producía agujetas en las mandíbulas.

El vino no faltaba en estos viajes. Procedía de la zona jerezana (15 Grados). "Se proporcionaba ¾ de litro por persona al día, ya que provee necesidades líquidas y tiene efecto antiséptico y euforizante. Se usaba por ser resistente a las travesías, sobre todo el oloroso, que se conservaba mejor por la mayor concentración de alcohol. En el viaje de vuelta se sustituía por ron. 

El fuego se encendía en torno a las 20 horas sobre una plancha de hierro y resguardado del viento. El capitán, el maestre, el escribano y el piloto comían en la mesa cuando un grumete anunciaba: "Tabla, tabla, Señor Capitán y Maestre. Tabla en buena hora, quien no viniera que no coma". Un guiso típico era la mazamorra, que alimentaba a los remeros de las galeras y que, según el testimonio de Fernando Colón (hijo del Almirante), muchos comían de noche cuando no eran perceptibles los gusanos que, con la humedad y el calor de la bodega, pronto aparecían. Se preparaba con legumbres, lentejas, garbanzos cocidos y aliñados y condimentado con pimientos. 

La comida, que se elaboraba temprano y se repartía dos veces al día, era abundante y caliente cuando la meteorología lo permitía. La preparación corría a cargo de pajes y grumetes. Cada tripulante recibía su comida en su escudilla de barro o plato de madera. Lucas Picazo concluye diciendo que la dieta seguida por los marineros de Colón era más abundante y equilibrada que la de la población española de aquella época.
Una travesía nada fácil la de aquellos marineros....