Lluïsa Vidal fue una de las pocas mujeres que se sustentó económicamente por medio de su obra, contando con el respeto y reconocimiento de la comunidad artística del momento. Personaje polifacético, Vidal destacó por sus sinceros retratos, su habilidad para el dibujo y la ilustración en revistas y publicaciones. Plasmó, con la veracidad que la caracterizaba, la vida cotidiana y la sociedad de su época.

Muchas mujeres de su época se dedicaron a la pintura, pero fue Lluïsa Vidal el principal exponente femenino de la pintura modernista. Se ganó el reconocimiento de la comunidad artística del momento, lo que se deduce de las buenas críticas que recibió tras participar en las exposiciones en la Sala Parés. La artista difundió su estilo y vendió su obra a través de estos espacios. En 1919, un año después de su muerte, se organizó en la Sala Parés una exposición reconociendo su trayectoria, la última, hasta ahora, en Barcelona, su ciudad.

Lluïsa Vidal, luchadora y comprometida, participó en el movimiento feminista de la época y se rodeó de importantes figuras como Carme Karr, líder de la corriente feminista burguesa (Teresa Claramunt lo sería del movimiento obrero), Francesca Bonnemaison o Dolors de Monserdà. Formó parte de importantes iniciativas como el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular para la Mujer, fundado por Bonnemaison en 1909; el Patronato de Obreras de la Aguja, fundado por Monserdà; la Llar, residencia de estudiantes y profesores impulsada por Karr; y el Comité Femenino Pacifista de Cataluña, ideado por Monserdà y Karr en 1915. El motor fundamental de su participación fue siempre servir como impulsora del aprendizaje de la mujer.

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La familia Vidal pertenecía a la burguesía catalana, por lo que la pintora conocía bien el lujo, el ocio y los eventos sociales propios de su clase. A pesar de ello, prefirió retratar a sus allegados y captar escenas del natural. Suzzane, abuela materna, mujer de fuerte carácter, transmitió a su hija, la madre de la artista, la inquietud por la educación intelectual necesaria para la mujer. Su expresión sincera, cómplice, nos habla del gran aprecio de la pintora por su abuela. Ésta destaca sobre un fondo verde de gran luminosidad que contrasta con los cabellos. La mezcla de varias tonalidades facilita una intuitiva y natural transición entre el fondo y la figura. Muchas de las críticas que recibió la pintora hacían hincapié en la ‘pincelada masculina’ y el estilo ‘varonil’ de su pintura, por lo que se consideraba a la pintora como una excepción en el mundo del arte. Pero Vidal destacó como artista, en toda su esencia, por la seguridad de su pintura, su amplia pincelada y la observación del natural. Mujer hecha a sí misma, de personalidad única y, como diría uno de sus críticos y amigo, Raimon Casellas, la pintora destaca por ser la única pintora que ha producido el actual movimiento artístico en Cataluña

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